Dedicó toda su vida al FC Barcelona. Jugaba de portero, y, después de retirarse, siguió como miembro del cuerpo técnico del club, convirtiéndose en un auténtico forjador de talentos. Descubrió a jugadores como Biosca o Manchón, entre otros. Entrenó al primer equipo durante el paréntesis entre Fernández y Daucik, en 1950.
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